VISIONES OSCURAS
Sueño 1
Estaba en casa de mis padres, en la cocina,
tomándome un café capuchino que mi abue nos había preparado. La cocina no era
muy grande, más bien era de tamaño pequeño, no cabíamos toda la familia en
ella, sólo había cuatro sillas y la quinta era de mi abue, en la cual, por las
tardes acostumbraba a quedarse dormida. Le dí un sorbo al café dejando escapar
un, mmmh, de afirmación porque como siempre, mi abue se lucía preparando el
capuchino…
-
Abuelita, le quedó delicioso el café, ¿qué le
puso? Me sabe diferente.
Le
pregunto a mi abuela que está mirándome, como para ver qué cosa diré acerca de
su cafecito. Está sentada junto a mí, y la miro a los ojos, ella me responde en
silencio guiñándome un ojo…
-
Le puse mucho más amor que antier. Respondía
mi abuelita sin dejar de mirarme con sus ojitos que ya eran pequeñitos debido a
su avanzada edad. Había recorrido un camino largo de 80 años.
Termino
mi café y me levanto de la mesa, mi abue continúa mirándome mientras yo,
sacudiéndome las migajas de pan que estaba comiendo con el rico capuchino, le
digo:
-
Bueno, déjeme voy a la sala a ver qué están haciendo
los muchachos.
Me dirigí a la sala, en ella estaban mis dos
hermanos, Juan y Luis, y Alex el novio de mi hermana Leticia. Todos estaban
sentados platicando muy animadamente acerca de un amigo que tenían en común, el
cual había reprobado todas sus materias en la universidad y tenía que repetir
el año. De pronto se escucha un sonido muy fuerte que viene de afuera, es el
sonido de un carro que viene a toda velocidad. Todos guardamos absoluto
silencio y nos mirábamos extrañados como queriendo adivinar en los ojos del
otro la verdad de lo que estaba sucediendo afuera.
Se
alcanza a escuchar que el carro se detiene justo afuera de la casa, que abre la
puerta y que arroja algo. Mis hermanos y Alex salen inmediatamente para ver lo
que había pasado, yo me quedo pensando en lo que vi sin ver. Sin asomarme, sin
ver lo que sucedía, percibí un carro Volkswagen de color amarillo del cual
avientan un bulto pero no logro ver en mi mente lo que contiene ese bulto.
Aunque percibo que era un bulto grande y otros pequeñitos.
Desesperada, abro la puerta principal de la
sala y justo en el momento en que voy a salir llega Alex el novio de mi hermana
y sin darme oportunidad a preguntar, me jala del brazo y me mete de nuevo a la
sala.
-
¿Qué pasó?,- le pregunto,- ¿qué pasó? ¿Qué
fue?
El me mira muy triste y me dice:
-
¡No te asomes Zyanya, por favor no te vayas a
asomar!.
El comienza a llorar pero no me suelta, yo
estoy desesperada porque quiero ir a ver qué es lo que está pasando… Me tiene
aprisionada, no deja que me mueva y estoy más asustada porque él no deja de
llorar.
En la calle se escuchan gritos, llanto y mi
abue está rezando en la cocina rogándole a Dios que nada malo haya pasado en la
calle.
Yo forcejeo con Alex preguntándole
desesperada:
-
Por favor, dime ¿qué pasó? ¡Cuéntame por
favor! ¡Suéltame!, deja ir a ver qué sucedió, ¿por qué no me sueltas?
Alex, que me sigue aprisionando y ahogando, yo
me trato de soltar pero no me deja y continúa una y otra vez diciéndome:
-
¡Te lo suplico, no vayas¡
Forcejeo con él y logro soltarme corriendo hacia
la calle, Alex me persigue pero no logra darme alcance, llego a donde está el
bulto y en cuanto lo veo, grito como loca preguntándole a Dios exigiéndole a
Dios una explicación. Alex me abraza y llora mientras yo sigo sin poder
entender qué fue lo que pasó.
Ahí yace mi hermana Leticia la novia de Alex.
La habían matado y aventado de un carro Volkswagen amarillo que venía a toda
velocidad y solamente se paró a tirarla a ella o a lo que quedaba de ella. La
habían hecho pedazos, trizas que estaban esparcidas por toda la calle.
Embarrada la carne en el pavimento, trozos de mi hermanita Leticia por toda la
calle, sangre, pedacitos de tela raída, sus pies destrozados, era una completa
carnicería. Y ahí la aventaron, la embarraron y su cabeza quedó hueca y su
cerebro, los pedacitos de su cerebro, estaban esparcidos por toda la banqueta.
Sus ojos habían sido sacados y estaban tirados junto a uno de los postes del
alumbrado.
Mi abue que no paraba de rezar y no quería
salir por el miedo de ver algo feo, comienza a gritar:
-
¿Qué pasó, qué fue?
Pero como nadie le contesta, nadie quiere
hablar, todos lloramos y gritamos, ella se dirige hacia la puerta para poder
salir.
-
¡No salga abuelita, no salga por favor, no
salga! - le gritaba yo, desesperada mientras trataba de recoger los pedacitos
del cuerpo de Leticia.
-
¡No salga abuelita no salga!
Seguía gritando yo, con uno de los ojos de mi
hermana asido entre mis manos que se habían teñido de sangre. Uno a uno, recogí
todos los pedacitos del cuerpo mutilado de mi hermana y los fui acomodando
debajo del árbol de la casa de mis padres.
Mi abuelita desesperada abre la puerta y logra
salir.
-
¡No abue, no salga quédese ahí, quédese ahí!…
¡por favor quédese ahí!…
Ahí termina mi sueño. Despierto, con el ruido
de mis gritos, me siento en la cama, estoy sudando. Fue una pesadilla me repito
a mí misma, fue una pesadilla, gracias a Dios que sólo fue una horrible
pesadilla.
Pero mi corazón aún late de prisa. Me levanto
y me dirijo al baño, pero antes de entrar en él, me asomo a ver el reloj que
tengo en la mesa de dormir, son las 7 de la mañana y me pregunto si mi hermana
Leticia estará bien. Fue todo tan real, tan vívido, que me entra un miedo
terrible de que algo malo le haya sucedido.
Leticia, mi hermana, trabaja en el poblado de
Buenaventura, a seis horas de la ciudad donde vivo y a cuatro de la ciudad
donde viven mis padres. A esa hora
seguramente ya está en la maquiladora. Hace algunos años que dejé de vivir en
la casa de mis padres y en la ciudad de mis padres.
Sigo recordando el sueño, siento que algo le
ha pasado a mi hermana. Y comienzo a tratar de serenarme y pensar en cómo puedo
obtener información. Me olvido de ir al baño y me siento a la orilla de la
cama, pensando…
-
Algo muy serio le sucedió a Leticia. No puede
ser sólo una pesadilla, tengo que hablar con mi madre y salir de ésta horrible
duda.
Tomo el teléfono, llamo a mi madre que vive en
Chihuahua porque yo no tengo el teléfono de la maquiladora donde trabaja
Leticia. El teléfono suena por un buen rato. Nadie contesta. Cuelgo y vuelvo a
marcar. Suena otro rato hasta que al fin mi madre me contesta extrañada porque
son las siete de la mañana y nunca le llamo a esa hora.
-
¿Qué pasó mija? ¿Qué tienes? ¿Qué te sucede?
¿Le pasó algo a tu hijo?
-
No mami, es que tuve una pesadilla horrible.
Le contesto aún en medio de sollozos.
- Pues, ¿qué soñaste hija? Para
que me hayas llamado tan temprano has de haber soñado al diablo - me contesta
mi mamá entre extrañada y sarcástica.
Le cuento a mi madre el sueño con lujo de
detalles. Ella me dice que la noche anterior habló con Leticia y que se
encuentra perfectamente, que no me preocupe, que solamente fue un mal sueño. Yo
le ruego que por favor la localice, que estoy muy intranquila, que percibo que
ella no está bien, que siento que algo le pasó.
Mi madre me dice que le va a llamar y que en
cuanto tenga la información, me habla para contarme.
Cuelgo el teléfono. Y ahí me estoy sentada en
la cama, esperando la llamada, el tiempo se me hace eterno, el corazón me
comienza de nuevo a latir de prisa. Estoy desesperada, apenas han pasado diez
minutos y ya estoy desesperada. Me levanto a caminar por toda la recámara, le
suplico al Cristo que está en una cruz que tengo encima del respaldo de mi
cama, que solamente sea una pesadilla y que lo que estoy sintiendo sea producto
de ese mal sueño nada más. Aunque sé que algo no anda bien, Leticia y yo hemos
sido muy unidas y ha habido una especie de comunicación extraña entre nosotras
desde que éramos niñas. Con tan sólo pensar en ella, ella lo percibe y se
comunica y ella hace lo mismo si quiere hablar conmigo. Es una especie de
telepatía entre ambas.
A los
quince minutos suena el teléfono, me da miedo contestar, y ¿si mi hermana se
murió? ¿Si en realidad le sucedió algo? ¿Si la mataron y la dejaron tirada?
Últimamente ha habido muchos crímenes contra mujeres, tal vez eso fue.
No quiero contestar, tengo mucho miedo. Tengo
un hueco en el estómago y estoy a punto de vomitar. Pero, me armo de valor y le
contesto el teléfono a mi madre.
-
Mami, ¿qué pasó?
Le digo con mi voz entrecortada temiendo lo
peor y mi madre me contesta:
-
Mija, tenías razón, Leticia está internada en
un hospital allá en Buenaventura, pero no es nada grave mija, no te asustes.
¿Que no me asuste?, ¿cómo le hago para no
asustarme, si yo vi en mi sueño a Leticia destrozada y mi madre me pide que no
me asuste?
-
Pero qué pasó madre, dime por favor.
-
Pues está internada pero logré hablar con ella
por el teléfono celular. Dice que vio un accidente y se puso muy mal. Una de
las operadoras se resbaló, se cayó y se golpeó en la cabeza con un pico de una
de las máquinas. La pobre muchacha se abrió la cabeza y se le salieron todos
los sesos, murió instantáneamente.
-
¡Santo Dios,
que horrible! - exclamo yo, dejándome caer en la cama de la impresión. Mi madre
continúa su relato.
-
En ese momento en que sucedió el accidente,
Leticia iba pasando y ya ves que ella no puede ver sangre, cuando vio a la
muchacha ahí tirada, y lo sesos embarrados por todos lados, se puso muy
nerviosa, muy mal, y entró en shock, la tienen internada, ya nos vamos tu papá
y yo para allá. Te hablo en cuanto lleguemos, pero estate tranquila, ya
hablamos con el doctor que la está atendiendo y dice que fue el susto
solamente. Te llamo después.
Mi madre cuelga el teléfono, yo le doy gracias
a Dios por mi hermana y me siento mal por la pobre muchacha. Y me quedo
pensando en el porqué de mi sueño. Me quedo pensando si mi hermana en los
momentos en los que más mal se sentía, pensó en mí, y me transmitió su mensaje.
O de alguna manera el universo tiene redes de comunicación entre personas que
se aman y que están en necesidad y logran conectarse una con otra.
No lo sé. No sé cómo funcione y creo que aún
no se sabe el cómo y el por qué, pero en mi familia, y entre mi hermana y yo,
esto es pan de todos los días.
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