Los Derechos Humanos
no deberían de existir…como normas jurídicas
Por: Sylvia Cristina Ortiz
La barbarie de la especie humana
Del encuentro de poetas
Vivimos en un planeta poblado de
varias especies, seguimos una cadena ecológica para la preservación del
ambiente. La mayoría de las especies mata para sobrevivir porque su cadena
alimenticia así es como se lo indica. Muchas especies se encuentran extintas
por diferentes razones. Una de las especies que nunca ha padecido extinción es
la especie humana, aunque en algunos países la gente esté muriendo de hambre o a
causa de distintas epidemias.
La especie humana no necesita actualmente matar para
sobrevivir, ni para vestirse y ni siquiera para alimentarse pues puede vivir
perfectamente sin comer carne. Sin embargo desde sus antepasados está
acostumbrada a ello, solamente, que del matar por la supervivencia ha pasado a matar por el sólo placer de
matar. Le produce tanto placer el matar, que se matan entre su misma especie.
Actualmente, el ser humano es el peor depredador de todos los
tiempos. Varias especies animales se han extinguido y algunas están en peligro
de extinción incluyendo la propia gracias a “él”. Aunque se supone que debe ser
un hombre pensante, lo que menos hace es pensar y cuando lo hace lo hace para
destruir y no para construir. El raciocinio no le ha servido.
Como todos los animales, anda en manadas, por el temor de
ser presa de algún depredador, cuando los depredadores se encuentran dentro de
su misma manada. A estas manadas se les llama: “sociedades”, las hay de todos
colores, desde el blanco hasta el negro pasando por todos los matices; de todos
olores, desde el más fino hasta el más corriente; de todos los sabores, desde
el agrio hasta el más dulce; de todo tipo de pensamientos si a sus pensamientos
se les puede llamar pensamientos; de todas las ideas, eso sí, a la “sociedad”
se le ocurren muchas ideas, estúpidas la mayor parte de ellas por supuesto; de
todas las religiones, “Dios nos proteja en todo momento”. Pero… son mayoría,
son la “sociedad”, la que dicta las reglas y cánones.
Muchos seres humanos no quieren formar parte de estas
manadas y quedan fuera de la “sociedad”, prefieren salir de ella aunque les es
necesario interactuar con ella.
¿Cómo no contagiarte de las ideas de la “sociedad”?
¡Conservando tu individualismo! Aunque esto no le agrada a
la “sociedad” para nada por supuesto, inmediatamente te tacharán de loco y
atrevido.
¿Cómo que te sales de la “sociedad” para vivir diferente? ¡Estás loco! ¡Eres un
inadaptado! ¡Quieres llamar la atención! Nadie te aceptará.
Dentro de las sociedades, los individuos siguen atacándose
entre ellos mismos. Son como animalitos peleando por una hembra en celo.
Si las peleas no sucedieran una y otra vez, si las peleas no
terminaran en venganza, en muerte, si hubiera respeto absoluto entre los
individuos, si amáramos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, si nos
toleráramos, entonces no habría la necesidad
de haber redactado los “Derechos Humanos”, porque todos gozaríamos de
ellos sin necesidad de “exigirlos” por medio de la ley.
¿Cómo olvidarme de la “sociedad”, del mundo en el que vivo,
que cada vez me agrada menos?
Creo que existen dos formas: la evasión y la protesta.
¿Cómo protestar sin que se violen mis derechos que como
ciudadano y ser humano tengo?
Difícilmente, protestando con un artículo en los medios de
comunicación. Se corre el riesgo de que a alguna persona poderosa no le agrade lo
que escribo o lo que digo y pueda violar mis derechos humanos, tales como los
dicta el artículo 19 y privarme de la vida quitándome uno de los principales
derechos humanos que es el de:
“Todo individuo tiene derecho a la vida”
Entonces, ¿qué puedo hacer?
¡Protestar!
¡Protestar de una forma diferente!
Utilizar la poesía para dar a conocer mis sentimientos, mis
ideas, mis pensamientos, mis amores, mis
desamores, mis odios, mis contradicciones y todos los sentimientos que puedan
emanar de mi mente o de adentro de mi corazón. Es un desahogo para el alma y
calma para el espíritu. Es el tomar mis derechos y hacerlos valer de una forma
sutil y romántica.
En la poesía puedes hacer castillos en el aire y platicar de
un mundo en el cual te gustaría vivir. Algo así como el “mundo feliz” en el
cual no existe la ansiedad porque no existen los deseos, el cual no existe el
desamor porque todos los seres se aman y se respetan, en el que todos comen
porque todos trabajan para obtener alimentos para todos tal y como dice el
siguiente artículo de los “Derechos Humanos”:
“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que
le asegure a ella y a su familia la salud, la alimentación, vestido, vivienda,
asistencia médica y los servicios sociales necesarios”.
Si todo lo anterior se cumpliera tal y como lo dictan los
derechos humanos, entonces vuelvo a repetir: los derechos humanos como
artículos escritos dentro de un marco legal no existirían, así como no
existiría el mundo en el que estamos viviendo actualmente.
En la poesía puedes expresar tu desprecio a toda la barbarie
humana, de una manera en que la “sociedad” no se sentirá agredida y no correrás
riesgos de ninguna índole.
La poesía nos salva por unos instantes, nos hace sentir, nos
hace olvidar a nuestra decadente “sociedad”, nos hace diferentes a los seres conformistas que se encuentran inmersos en
nuestra “sociedad”, nos hace seres pensantes
dentro de la especie humana.
Déjame vivir como las
águilas
que orgullosamente
transitan por el cielo…
Déjame cantar aquello,
que hablar con mi boca no puedo
por temor a que un
ser humano
la vida me quite y me
quede en silencio…
Deja que hablen mis
pensamientos
Plasmados en las
letras de algún soneto…
Déjame llorar por
este mundo hostil…
Déjame ejercer mis
derechos…
Sylvia Ortiz (Zyanya)