8.02.2012

YA NO HAY CHICLES DE MENTA...








Ya no hay chicles de menta…

…Raúl apuró el contenido de su refresco y observó que Ana María hacía otro tanto. “El chueco” pidió una cajetilla de cigarros y unos cerillos,
-¿No quieres otra cosa? –preguntó Raúl a la muchacha.
-Sí –respondió ésta- unos chicles de menta.

La viejecita que atendía al estanquillo depositó en el mostrador cigarros, cerillos y chicles de menta.
-A mí también déme unos chicles de menta –dijo “el chueco” con la típica voz estropajosa de quien se encuentra sufriendo los fuertes efectos de una “cruda”.
La viejecita buscó en la pequeña vitrina donde guardaba los dulces y luego dijo:
-Ya no hay chicles de menta.

Con rápidos movimientos, “el chueco” se apoderó de los tres objetos colocados en el mostrador. Señalando a Raúl con despectivo ademán, indicó a la viejecita:
-Este cuate paga todo.

Dando media vuelta “el chueco” salió de la miscelánea. Sin detenerse a pensarlo Raúl le siguió, tomándole por un hombro le obligó a volverse.
-Compadre –afirmó en tono conciliador-, si quieres yo pago todo, pero dame esos chicles porque son de la señorita.
Ana María había salido también a la calle. Su rostro reflejaba un profundo temor.
-Por favor -exclamó suplicante-, ya no quiero chicles, vámonos; tengo que entrar a clases…

Extracto del libro de Antonio Velasco Piña titulado: Regina.

Lo que a continuación se narra en este libro es la pelea entre Raúl y “el chueco”. Pelea que ocasionó una riña de mayor magnitud entre las pandillas de la escuela de Raúl y la del “chueco”, las cuales eran preparatorias que tenían vínculos una, con la UNAM y la otra, con el Politécnico Nacional. Esto sucedió aparentemente el 24 de julio de 1968.

El gobierno, enterado de las trifulcas no perdió la oportunidad para enviar a los granaderos (policía de motín) para parar las peleas, los cuales reprimieron a los estudiantes con gases lacrimógenos y a punta de macana resultando varios estudiantes heridos y algunos muertos. Los estudiantes como protesta se lanzan a huelga apoyados por otras escuelas y se forma el Comité Nacional de Huelga que presentó varias demandas: que el cuerpo de granaderos fuera desbandado, que se destituyera a los comandantes de la policía, se investigara y castigara a oficiales de alto nivel causantes de la represión, que se indemnizara a las familias de los muertos y los heridos y se derogara el artículo del Código Penal que crea el delito de “disolución social” y  por último, que se pusiera en libertad a los presos políticos y a los estudiantes detenidos en los disturbios.

Los granaderos tuvieron que ser evacuados de las preparatorias no sin antes haber  dejado un saldo de 32 muertos y varios heridos. A la huelga se une el Politécnico Nacional y la UNAM así como varias escuelas preparatorias. A finales de agosto las manifestaciones eran de proporciones gigantescas, se podían ver de 300 000 a 600 000 personas protestando en las calles del DF. Los juegos olímpicos estaban a punto de comenzar; llegaban reporteros y comunicadores a nivel mundial. El gobierno estaba preocupado por la imagen que se mostraría a través de los medios de comunicación  ya que  en ese momento a México se le consideraba como un país en vías de desarrollo. El pueblo comenzó a unirse a la lucha estudiantil, obreros, electricistas, amas de casa, campesinos, apoyaban el movimiento; sin embargo, el gobierno, se las ingenió para que en el resto de la república no se tuviera noticia de estos hechos manipulando a los medios de comunicación. El presidente de México Lic. Gustavo Díaz Ordaz estaba preocupado y delegó funciones en su secretario del aquel entonces Lic. Luis Echeverría Álvarez. La UNAM fue invadida el 18 de septiembre por 10 000 soldados  para clausurarla y capturar a los líderes del movimiento, sin embargo éstos últimos, avisados por su amigos, huyeron al enterarse de esto. Médicos y enfermeras eran arrestados por atender a los estudiantes que salieran heridos en los enfrentamientos. Amas de casa cooperaban con el movimiento, hirviendo agua para echársela desde arriba de las azoteas a los soldados que vigilaban las calles, también proporcionaban botellas y gasolina a los estudiantes para que hicieran bombas molotov. La policía hacía mil arrestos diarios.
El 2 de Octubre de 1968, se calcula que 10 000 personas estaban reunidas en la plaza de las 3 culturas la cual estaba rodeada de 300 tanques, vehículos blindados, jeeps y unos  5 000 soldados y centenares de policías. 

…”A las 6:10 aparecieron en el cielo unas luces de bengala verdes. Los helicópteros de la policía abrieron fuego. Inmediatamente, elementos de civil del batallón Olimpia (un batallón especial de la policía, encargado de seguridad en las olimpiadas) atacaron a los oradores del Consejo Nacional de Huelga (CNH) que estaban en un balcón del tercer piso del edificio Chihuahua: los golpearon y empujaron a algunos a la línea de fuego.Otros elementos de civil del batallón Olimpia comenzaron a disparar contra los manifestantes desde el balcón y desde el interior de la multitud. Tenían guantes blancos para que las fuerzas de seguridad los distinguieran. (Su papel fue doble: fuera de contribuir al pánico, al día siguiente el gobierno dijo que unos 'estudiantes francotiradores' dispararon contra el ejército y comenzaron la masacre.) Desde ambos lados de la plaza comenzaron a avanzar soldados con la bayoneta calada mientras las ametralladoras batían los bordes de la muchedumbre. Oleadas humanas corrían de un lado de la plaza al otro, detenidas y devueltas por el tableteo de las ametralladoras. Muchos de los muertos recibieron disparos por la espalda a quemarropa o bayonetazos, demostraron las autopsias. La multitud golpeó a las puertas de la iglesia de Santiago Tlatelolco, pero estas no se abrieron: el arzobispo había dado la orden de no dejar entrar a ningún manifestante. “… Extracto tomado de : http://www.lafogata.org/mexico/mexico10.htm

Esa noche llovió copiosamente en DF. lavando la sangre derramada en la Plaza de las Tres Culturas donde cientos de jóvenes, madres y padres de familia, obreros, trabajadores, y niños fueron sacrificados a manos del gobierno del Lic. Gustavo Díaz Ordaz, bajo las supuestas órdenes del Lic. Luis Echeverría Álvarez, quien le sucedió al trono presidencial a Díaz Ordaz pareciendo esto para algunos mexicanos, como un premio otorgado por la masacre.

Jóvenes como tú, que perteneces a la Preparatoria Central,  luchaban por sus ideales y terminaron siendo sacrificados. No hay justificación para tan espantoso crimen. Desgraciadamente este crimen mayúsculo ha quedado impune porque después de 30 años no es posible juzgar a los sospechosos. Así son las leyes en México, así somos los mexicanos. Después de 10 días de la masacre de Tlatelolco, los mexicanos asistieron cómodamente a las Olimpiadas para vitorear a sus compatriotas con el grito de:
¡Viva México!


Por: Sylvia Ortiz
Fuentes consultadas:
Libro: Regina, 2 de Octubre no se olvida
Antonio Velasco Piña